Pero sobre todo, hemos aprendido que estar bien con nosotrxs mismxs, con nuestro cuerpo y nuestra mente, es algo fundamental. Que siempre y cuando esto funcione, da igual dónde, siempre estarás en casa.
Por eso quiero dar las gracias a este 2020, porque me ha hecho sentir mi cuerpo y mi mente, como ese hogar en el que puedo refugiarme siempre. En el que no hay sitio para rencores, dolor o miedo.
En el que el amor, el respeto y la aceptación, llena todas las estancias. Aunque a veces toque limpiar un poco, porque no voy a decir que todo luce precioso siempre.